sábado, 15 de febrero de 2014

Un tahivillero en Ahmedabad

En mi último y polémico post quizás se dejaba ver, a pesar de su última y polémica frase/oración, un deje de angustia al encontrarme de repente en una ciudad tan grande, extrema, alienígena. Sin embargo, una de las capacidades de este país es lo sorprendentemente rápido que uno puede acostumbrarse a las cosas y aceptar lo extraordinario como parte de la rutina. Llevo en Ahmedabad una semana y casi casi ya me siento como en casa. Me encanta esta ciudad. Voy a contar cosas sobre estos últimos días.

MI FAMILIA ADOPTIVA

La convivencia con la familia va como la seda, una vez que se aceptan una serie de reglas. La principal es: a excepción del baño, no hay espacio privado. Cualquier persona puede irrumpir en cualquier habitación, a cualquier hora. Incluyendo horas de sueño: deben dormir como troncos porque, aunque haya alguien durmiendo en algún sitio, entrarán a buscar lo que sea, entenderán las luces, hablarán en voz alta, etcétera, como lo más normal del mundo. Por las mañanas, mientras me desperezo (duermo en el salón), un senorín entra por el balcón con una escoba y barre y friega a mi alrededor para luego irse con sigilo. El primer día me quedé chocado pero ahora, sinceramente, me permito hasta tontear con mi móvil último modelo mientras el hombre agachado limpia el salón (él también tiene un móvil, que lo he visto). Otra norma es que yo no soy un couchsurfer occidental que viene a contarles cosas exóticas: yo soy un hijo más y se me regañará si hablo demasiado fuerte mientras están viendo la tele o si no me termino toda la comida. A propósito, aquí no tienen cubo para basura orgánica. El otro día no pude terminarme algo espantoso, una especie de jengibre agrio, y busqué un contenedor donde tirarlo; no la encontré y me entró el pánico hasta que Jaye me dijo que la comida que sobra la ponen en el muro de la terraza para que se la coman los pájaros, las ardillas y las hormigas. Supongo que el afán de la madre por indianizarme es lo que la motivó a hacer desaparecer del cuarto de baño mi rollo de papel higiénico (por suerte tenía otro de reserva). Otra norma: no hay por qué decir gracias ni por favor ni hola ni adiós, y si hay que discutir en gujarati delante mía y pronunciando muchas veces mi nombre, pues se hace. Eso sí: yo puedo entrar y salir a la hora que quiera (avisando antes a mi madre adoptiva, claro), comer a la hora que quiera (siempre hay comida preparada en esta casa), dormir, leer, estar a mi bola... Una vez que aceptas estas cosas, de repente te sientes como en casa. Yo me paseo en pijama por la casa hasta mediodía.

EL CUMPLEAÑOS MAS RARO DEL MUNDO

Puedo llegar a la hora que quiera excepto el día del cumpleaños del hermano. Ya desde por la mañana la madre me avisó que esa noche nada de cenar fuera: era el cumpleaños de su hijo e iba a preparar una cena para celebrarlo. Total, que hice un poco de turismo y luego al anochecer llegué a casa y disfruté de las dotes culinarias de la madre, que realmente prepara algunos platos riquísimos (ese fue el día del jengibre, pero aparte de eso, bien). ¿Y por qué digo que fue el cumpleaños más raro del mundo? Porque el cumpleañero no apareció. Y cuando pregunté por su paradero o si no deberíamos esperarle para empezar, me dijeron con toda naturalidad que él estaba celebrando su cumple con sus amigos.

RELIEF ROAD

La segunda o tercera noche me entró angustia y decidí irme a un hotel el día siguiente. Leí en Internet que la calle de los hoteles es la Relief Road, la calle principal del casco antiguo, al otro lado del río. Allí pasé toda la mañana, buscando hoteles baratos y recorriendo la calle arriba y abajo sin dejar de maravillarme. Reservé habitaciones en un par de hoteles (nunca está mal tener un plan B; estoy seguro de que la habitación que te enseñan de muestra es la más limpia y mejor ubicada del hotel) y visité unos cuantos que daban miedo, especialmente algunos a los que se llegaba tras subir una escalera empinada y claustrofóbica y cuya "recepción" era más bien un zulo polvoriento. Y la calle, me encantó. Es estrecha y un poco sinuosa, y esta llenísima de comercios, un tráfico salvaje, las aceras en obras jajaja, gente empujando carros hasta los topes de comida (me comí algo como turrón que estaba ohmygod); vacas, cabras y hasta un elefante. Qué sitio increíble. Las callejuelas de los lados se apiñan en conjuntos llamados "pols", y éstos alternan según la religión de sus habitantes: hindú o musulmán, y algún que otro cristiano; cada uno con su templo o mezquita, sus colores diferentes, sus lenguas, sus tiendas y comidas. Realmente interesante y emocionante, ver juntas tantas cosas que siempre he visto como separadas. Finalmente, al llegar más tarde a casa, la madre puso el grito en el cielo y me dijo que de ninguna manera me dejaría irme a un hotel, así que se me pasó la angustia y me quedé.

LA CIUDAD

La ciudad, la sexta o séptima en población del país, está partida en dos por el río Sabarmati, un monstruo de agua que hace parecer al Sena un riachuelo. Río muy limpio, la verdad, y sagrado; ni siquiera hay tráfico fluvial. Al este del río está el casco antiguo, la Relief Road, los pols y las callejuelas atestadas. Al oeste está la parte más nueva, con avenidas más grandes y la universidad, aunque no vayáis a imaginar avenidas como las parisinas: aquí son vastas, descuidadas, sin uniformidad arquitectónica, con vacas y cabras que cualquiera les dice algo, y familias enteras viviendo en la calle (increíble... hasta a esto creo que puede uno acabar acostumbrándose). La ciudad se divide en zonas más que barrios; yo vivo en Ambawadi en la parte oeste del río. Ahmedabad es la ciudad donde vivió Gandhi; es la ciudad del mundo donde más helado se consume; hasta hace poco tenía el título de ciudad más contaminada de la India; tiene una de las tres mejores universidades de comercio del mundo, es sede del instituto espacial indio, y aquí está la pantalla de cine más grande de toda Asia.

SAN VALENTÍN

Hablando de cine, por San Valentín fui al cine a ver una película americana, Her. Te cachean antes de entrar a la sala, puedes pedir que te traigan a la butaca palomitas o lo que quieras, la chica de la butaca de delante sostuvo una conversación telefónica a viva voz en plena peli, y la mitad de la sala se fue cuando aún quedaban cinco minutos para terminar. Bueno, aparte de eso, San Valentín nunca me ha parecido una celebración significativa hasta que he llegado aquí. No es una tontería: es una reivindicación, y lo digo emocionao. El amor, el afecto, en esta sociedad están reprimidos. Una pareja no puede abrazarse en público, casi ni darse de la mano. Los matrimonios son concertados las más de las veces y los programas de la tele son absurdamente castos, cuando no directamente censurados (estuve viendo una película americana en la tele y jajaja, qué elipsis!). Hay una "policía moral", no oficial pero que aun así patrullan las calles. Le propuse a mi amiga visitar el paseo junto al Sabarmati (como amigos of course) y ella me dijo que no, que si la policía moral la iba a liar, blablabla, y yo no pude menos que reirme. Ayer leyendo el periódico me arrepentí de mi risa. La policía moral había tirado tomates podridos y repartido leña entre las valientes parejas que iban al paseo junto al río para abrazarse... al leer eso me di cuenta de que aquí San Valentín es, de hecho, quizás la fiesta más valiosa de todas.

TURISMO

Ayer lo dediqué al turismo. Por ocho euros, tienes toda la tarde un rickshaw todito para ti que te lleva a algunos sitios famosos, otros no tanto, todos igual de fascinantes. Prmero fui al pozo de Adalaj, increíble. Es una construcción subterránea cuyo corazón es un pozo de agua dulce; todo alrededor son columnas, pasillos y plataformas conectadas, donde en el pasado los viajeros descansaban después de un caluroso día de viaje, bebían agua, comerciaban. Un sitio espectacular, todo de piedra. Luego visité un par de templos, uno jainista y otro de la secta Swaminarayan (una variante del hinduismo altamente sexista al parecer); cada uno de ellos único y muy bonito, coloridos y recargados de detalles y esculturas e ídolos por doquier. Visité también el Gandhi Ashram, que es el museo sobre Gandhi a la orilla del río, donde un hombre me enseñó a hacer hilo a partir de un pedacito de algodón, procedimiento que me pareció arte de magia. Después visité una mezquita enorme en pleno centro de la ciudad, con un patio interior gigantesco y que transmitía una paz... en contraste con la locura de las callejuelas. Los fieles se lavaban en una fuente en el centro del patio y luego se postraban para rezar. La verdad,  y no quiero sonar meloso ni naïve, me emocioné. Iba con mi amiga india: una hindú y un cristiano visitando un sitio sagrado para el Islam; y nadie miraba raro sino sonriente, aquello era pura paz. La realidad podrá ser otra (en otras partes de este mismo país, musulmanes, hindúes y budistas se andan matando), pero ese momento y esa sensación fueron igualmente reales. ¿Sabéis qué?, nunca pensé que diría esto pero me alegra pertenecer a una religión. En este país la religión es la vara de medir: un musulmán me pregunta qué soy, le digo que cristiano, y me sonríe y todos contentos. Creo que no tener una religión sería mucho más difícil de explicar y de aceptar... pero bueno, basta de disgresiones. Por último visité el lago Kankaria, enorme y perfectamente circular, donde el paseo que en otra ciudad te lo darían en un barquito romántico, aquí te lo dan en una lancha que va a cien por hora, jajaja. Iluminado de colorines por la noche, con un trenecito que lo rodea, y un globo como el de París que sube y baja amarrado a una cuerda. Lo miraba y me encantaba, y pensaba que los momentos y la historia se repiten...

LA HISTORIA SE REPITE

Sí. Hace una semana cuidaba del jardín de La Arcadia mientras José y Carmen estaban de viaje. Hoy por la mañana la familia con la que me quedo se ha ido a la boda de la prima en Rajkot, que durará tres o cuatro días, y me han dejado al cuidado de la casa. Tengo que regar las plantas, cuidar que una pecera no se quede sin agua, y abrirle la puerta por las mañanas al hombriño que viene a limpiar; y también me han pedido a ver si puedo arreglar el chorrito direccional porque ha perdido su direccionalidad. Antes de irse, y mientras le aseguraba que cuidaría bien de la casa, la madre me ha dicho: primero cuida bien de ti, y ya luego preocupate de la casa. No me he echao a llorar porque era mu temprano. Así que así están las cosas: a ver qué tal se me da esta nueva aventura en este pisito en Ambawadi.

7 comentarios:

  1. Ya era hora, Rikardo!!! Parece ser que la presión ha hecho su efecto.

    Muy bueno lo del cumple de tu coachbrother. Ya verás qué perita cuando se te presente toda la familia en Taibiya, no vas a tener sofás suficientes.


    Te mando un mensaje super privado por guasap recordándote una cosa que te dije que si podías tenías que traerme, iyo.

    El pos, perfecto. La parte de san Valentín, perfectamente prescindible. La palabra "meloso", mucho ha tardado en aparecer (menos mal, riki, has cambiado bastante, from Roskilde, but not so much. Escalofríos me dan).

    El Indio envidioso.

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  2. jajajaj. He de reconocer que me río con el blog. Lo admito.

    El tema de monstruo de agua, dejate de enarbolamientos literarios, que ya te estamos avisando.

    El tema de san valentin, discrepo de Rafa, me ha gustado. Es más, me he imaginado a algún amigo espaøol por las calles de la majazapan un sabado de fiesta....

    El tio no entraba por el balcon?

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  3. Por cierto Ricardo, cuando llegues a casa también tienes que arreglar el chorrito direccional, que ya el tupper está casi lleno.

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  4. En casa también tenemos un chorrito, creo que direccional aunque no estoy muy seguro, al que también le haría falta un arreglillo.

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  5. Ricardo o escribes ya otro post o me pongo a comentar punto por punto todo el blog y no dejo titere con cabeza.
    gracias.

    joer con los putosnumeritos del putocodiguito, iyo metete en opciones de cuando te publiquemos los comentarios y ELIMINAAAAA que tengamos que hacer un examen cada vez que comentamos.
    gracias de nuevo.

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  6. Me leí este post pocas horas después de salir a la luz, y, la verdad que me encantó, y me reí un montón, sobretodo con el ambientillo de la casa, el cumpleaños, y la última parte en la que te dejan en la casa con tareas de guardián y de fontanero. Me lo he leído otra vez, a la espera de post nuevo, y, la verdad es que me he tronchao con las mismas cosas, y con los comentarios del personal!! Estamos esperando el siguiente, Rixiii!!!!

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