domingo, 23 de febrero de 2014

Junagadh, segunda parte

JUNAGADH: SEGUNDA PARTE
Me desperté tosiendo, claro, por culpa del ventilador. Eran las 5.30 de la mañana y había que empezar a subir los 10.000 escalones del monte Girnar cuanto antes para que no nos hiciera demasiado calor durante la subida. Mientras Bharghav se despertaba y arreglaba, me di un breve paseo por el lugar. Parecía que nadie dormía allí: los peregrinos llevaban ya horas en pie, cantando y comiendo, no dejaban de llegar autobuses con gente y agunos trabajadores levantaban carpas e instalaban focos superpotentes. La negra silueta de Girnar, monte altísimo, empezaba a perfilarse poco a poco, y una serpiente de luces hacía zigzag en la ladera mostrando la subida.
No íbamos a subir solos Bharghav y yo: dos de sus estudiantes se habían apuntado con nosotros, y Bharghav, siempre tan bueno, fue a Junagadh en moto para recogerlas, y yo esperé junto a la puerta de piedra que marca el comienzo del ascenso pensando, comiendo una especie de pasteles como desayuno y mirando con miedo la escalera que subía y subía.
Empezamos la subida a las 7. Tres cosas digo desde el principio para que no se me olvide: la escalera está en un perfecto estado de conservación, parece que los escalones los tallaron ayer, cosa que me sorprendió; sólo vi 3 no-indios haciendo la subida (a lo largo del día hubo un indio que me preguntó si yo era africano, y otro que si era japonés); y diez mil escalones son MUCHOS escalones.
(Un inciso. Voy ahora en un autobús y acabo de pasar junto a un camión enorme accidentado, tumbado de lado, y había gente parando los coches para hacerse fotos subidos en las ruedas...)
La subida a Girnar ha sido de las mejores cosas que he hecho desde que he llegado a la India. Me encantó, y seguro que a vosotros también así que ya sabéis, saudiairlines.com y couchsurfing.org.
Al principio, a cada lado de la escalera se abren tiendas y más tiendas vendiendo chucherías, bebidas, fruta, legumbres, estampitas, collares, discos de música... y hay templos, ídolos, objetos sagrados por todos lados. Una piedra pintada de naranja, es suficiente para que la gente le cuelgue collares de flores, le echen rupias, y se toquen el corazón al pasar a su lado. Así dicho puede parecer una especie de romería o de fiesta, pero es diferente. No sé cómo explicarlo. Yo tenía un poco la sensación de ser un voyeur, viendo a tanta gente envueltos en algo tan íntimo para ellos.
Conforme subíamos, la densidad de puestecillos y altares disminuía, el bosque alrededor daba paso a cortados de piedra, y la vista se hacía más impresionante (éstos son los únicos montes en muchísimos kilómetros a la redonda así que imaginad hasta dónde puede abarcar la vista). Subir y subir, y hacer descansos cada tres minutos porque nos cansábamos (sobre todo las niñas que no dejaban de quejarse las pobres). La gente saludaba diciendo Jay girnari, algo así como "buen Girnar" o "bendito Girnar" o yoquesé. A los peregrinos ancianos o más gordos, los subían en angarillas unos portadores que merecen mi pasmo y admiración. Por doquier rocas y más rocas sagradas, y una pequeña cueva que había que cruzar en cuclillas y salir a un voladizo vertiginoso para, o eso decía un santón, limpiar mis errores del pasado. Habia gente comiendo coco y me ofrecían trozos, riquísimos; y alguien me dio una limonada con especias. Retretes, olvidaos: a hacer las necesidades al monte, escondidos detrás de cualquier templo o tiendecilla. Me pusieron un talik (un punto de color en la frente). Nos parábamos cada dos por tres pero no importaba porque, en Girnar tuve esa sensación con más claridad que nunca, lo importante no era la meta sino el camino.
Cinco mil escalones después, hicimos cumbre: era un pequeño poblado alrededor de uno de los templos más importantes de Girnar. Precisamente coincidimos allí con uno de los estudiantes de Bharghav, cuyo hermano es sacerdote, y nos invitó a almorzar con ellos más tarde, allí en el templo. Una oferta difícil de rechazar. Pero aún quedaban cinco mil escalones más. Éstos no eran sólo cuesta arriba, sino arriba y abajo para alcanzar, una tras otra, tres cumbres más que están alineadas y cuya visión quitaba el aliento. Así que nos pusimos en marcha. En esta parte del trayecto había muchos menos puestecillos, y el sol empezaba a pegar fuerte. Visitamos el siguiente templo, que coronaba una peña vertiginosa, y conseguí a la primera que una moneda de rupia se quedase pegada en una piedra sagrada que va a hacer mis deseos realidad; en la última cumbre había una especie de ashram donde nos invitaron a comer pero declinamos la oferta. Dimos media vuelta y sobre las dos llegamos al templo para comer.
Una vez más me di cuenta de que, si bien yo soy un turista, la gente alrededor no lo es. Comimos descalzos, en el suelo y con los dedos (como siempre desde hace un mes, también hay que decirlo) una comida riquísima, en un rincón del templo; a nuestro alrededor la gente rezaba, se santiguaba y hacían sonar la campana para avisar al dios de que habían llegado. Un monje sentado en un camastro tosía y se reía y se fumaba un porro nepalí. Nunca he comido en un sitio parecido. Me he dado cuenta también de que, si hay alguien comiendo, nadie le dejará levantarse para hacer nada, ni echarse más agua ni recoger su bandeja ni ponerse otro pan: alguien que no esté comiendo lo hará por ti, algo así como si el momento de la comida fuese sagrado.
Después de comer, nos ofrecieron descansar en unos colchones en una habitación contigua. Eso hicimos, Bharghav, las dos niñas y yo; yo caí inmediatamente rendido gracias al parloteo gracioso e incomprensible de las niñas.
Cuando hubimos descansado, en el templo nos ofrecieron un té pero se nos hacía tarde, así que emprendimos la bajada (menos cansada pero más dolorosa que la subida, sobre todo para las rodillas). Se veían ya menos peregrinos, y muchos vendedores y trabajadores que subían o bajaban fardos sobre sus cabezas con mercancías para los puestecillos; cada uno de ellos con el móvil en el bolsillo con música gujarati. Era la hora de los monos y las ardillas: por todos lados jugaban y se asomaban al camino. Y alguien nos contó que pocos días atrás un león había salido del bosque y la había liado un poco.
Estoy dejando para el final hablar de las niñas. Porque es difícil y sobre todo triste. Especialmente una de ellas, M.*, que apenas sabía hablar inglés y dios sabe qué la había impulsado a venir a Girnar. La otra niña era dicharachera y graciosa y flirteaba un poco cm Bharghav. M. en cambio pertenece a  una casta muy conservadora (intentaré explicar lo que son las castas cuando lo sepa mejor; por ahora sólo puedo empezar a intuirlo...), que cuando se case la obligará a cubrirse el rostro por completo; y vive en una residencia de estudiantes en Junagadh de la que se fue sin avisar adónde y con quién iba porque no se lo hubieran permitido. Al principio del día iba muy tímida, al final intentaba explicarme que lo que ella quería era irse y visitar otros lugares, que en su entorno todo el mundo tenía la mente muy cerrada y que su futuro era una condena. Me preguntaba si en mi cultura los chicos y las chicas podían ser amigos, y yo tenía la triste impresión de que quizás yo era el primer extranjero con el que hablaba en su vida. Y sin embargo, una sonrisa siempre en la cara, una aceptación pacífica de su situación, que creo que es lo que tienen en común los mil millones de indios y que es quizás la piedra angular de este país.
Llegamos abajo del todo, reventados, y con mucha pena me despedí de las niñas que cogieron un rickshaw para casa. Luego Bharghav y yo fuimos al ashram de Patrek a por mi mochilón, y fuimos en la moto hasta Junagadh. Para entonces, al pie del monte Girnar parecía que hubieran cien mil personas más que el día antes, rezando, cantando, haciendo allí su vida; y yo me alegré de volver a Junagadh porque era suficiente para mi cerebro.
Bharghav me ofreció dormir en su apartamento secreto, y, claro, acepté encantado. Conocí a los vecinos, que me invitaron a cenar en la escalera e hicieron un corrillo en torno a mí hasta que, mitad por sueño y mitad por vergüenza, y también por un poco de hastío, me retiré a dormir. El apartamento era grande y estaba vacío, y el camastro era pequeño para mis piernas (los indios son muy bajitos); tardé un rato largo en dormirme y a la mañana siguiente (hoy) me he despertado con un montón de agujetas.
Me da pena irme de Junagadh y despedirme de Bharghav, que ha estado conmigo hasta el último momento, me ha contado su vida y enseñado los lugares de ésta; me ha abierto su corazón y su casa. Pero también he de confesar que tanta hospitalidad, gana amabilidad, tanta invitación, pueden llegar a saturar un poco. Es triste, pero no estoy acostumbrado a que la gente sea taaaan amable; a que me llamen desde un balcón y me inviten a tomar un té. Pero bueno, Junagadh ha sido una experiencia alucinante, me ha encantado la ciudad y su gente. Ahora vuelvo a Ahmedabad, mi ciudad natal, en un compartimiento muy cómodo en un autobús-cama.  Cuando llegue espero descansar un poco y planificar lo que me queda de ruta. Os mantendré informados. Jay girnari!!
* Aprovecho que el post me ha salido cortito para explicar el tema de las iniciales. Es que tengo la impresión de que aquí, en la India, hay mucha gente que quiere mantener cosas en secreto. Por ejemplo la primera chica española a la que conocí, S., parecía estar aquí casi de estranjis, sin hablar de su pasado ni de su familia ni amigos; el otro R., por ejemplo, daba una habitación de su hotel para los couchsurfers, situación que puede serle un poco delicada; y esta M. de Junagadh había venido a Girnar sin autorización de nadie, lo cual para mí puede ser una tontería pero para ella era todo un mundo. Es verdad que el tema de las iniciales se me fue un poco de las manos y que nadie jamás de esta gente leerá mis palabras; pero si hay quien quiere que sus pasos sean invisibles, ¿quien soy yo para desvelarlos?


6 comentarios:

  1. Esta vez voy a ser la primera en comentar este post que,igual que más que uno y más que dos, esperaba. Realmente el blog engancha, y siempre estoy mirando si hay post nuevo o no. Me imagino todo lo que vas contando, las multitudes y los sitios,los templos, el colorido, la gente... aunque no tendrá ningún parecido con la realidad pero eso da igual. De esta segunda parte me quedo con las sensaciones personales que trasmite!Descansa un poco en tu "ciudad natal",anda, y a seguir

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  2. Ri, no voy a tener en cuenta lo de "tu ciudad natal", que ya te vale, renegar de esa manera de tus orígenes patrios. Que te vas dos días a la india y hala, que le den morcilla a tó. En fin, menos mal que te conocemos, y sabemos de tus subidones. Tampoco voy a insistir en tu candidatura al nobel de literatura, cada día te lo curras con más intensidad. Sí te digo que el pos está xulo, xulo, xulo. Ha estado bien que hayas ido a Enjuagad, y que nos lo hayas contado. Yo sigo un poco mosqueado con el tema de las "niñas" estudiantes. Y no digo más.

    Gracias por aclararnos a todos que diez mil escalones son muchos escalones. Si no lo aclaras, no nos damos ni cuenta. Y también gracias por la información comercial acerca de las líneas aéreas y de tu cadena hotelera, iyo. (Llevas comisión?)

    A ver si el proximo pos incluye de nuevo algo parecido a aquello de "la cosa empezó a írseme de las manos".

    Enga, iyo, taluego.

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  3. Que bonito pero que bonito es un agozada leer el blog richi. Tan bien escrito y tan bien descrito todo. Si que crea adicción eh ?. No te comento por que lo leo en el movil y ahi me cuesta tela hacer comentarios. Bien por explicar lo de las iniciales se me quedó la intriga. Te echamos de menos pero tu tranqui, tu disfruta y ale a escribir quer da mucho gusto . Muchos besitos!!!

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  4. Ah, tío, se me olvidaba!
    Claro que hay una parte espectacular, de esas así como entre líneas, de esas buenas buenas, que dejas caer como quien no quiere la cosa.

    Es lo del león, Richi, lo del león es buenísimo. Qué pena que no te tocara, nos habríamos hinchado de reir, eh?

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  5. jajajajajajaj iyo en india no hay leones, lo que hay es un yeti no?? :O

    otra parte espectacular es el verso prosa o parrafo final, eso del desvelador de pasos invisibles es bueno, muy bueno.

    una de iniciales pa que esto te resulte indiano y familiar:
    Ricardo no me seas mas H.D.P. y cuelga mas fotos!!! no me obliges a c. en t.p.m.!!!!

    atentamente tu h. M.

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  6. Suscribo de pé a pá el tema de las iniciales. No digo más.

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