lunes, 27 de enero de 2014

Mos dos fiestas en Pondicherry

(Esta crónica sobre mis dos fiestas en Pondicherry ha sido escrita en el camino desde Pondicherry hasta Madurai, sobre todo en la estación intermedia de Villupuram, donde he esperado 4 horas, una mujer de pinta sospechosa se ha hecho amiga mía para luego pedirme que le pagase una comida y el billete de tren, y he tomado un arroz sazonado con algo que casi me disuelve el epigastrio).

PRIMERA FIESTA (mala)

Hice el viaje desde Mahabalipuram hasta Pondicherry (Pondy) de pie en un autobús atestado de gente: fueron dos horas de bocinazos, adelantamientos temerarios e incluso un topetazo con el coche de delante; poca cosa, vamos. Cuando llegábamos, contacté con mi contacto, valga la redundancia, y me dijo que me bajase no en la parada de Pondy sino en la de otro lugar llamado Auroville. Me dijo que estaba muy ocupado preparando una fiesta y que un amigo suyo, W., pasaría a recogerme. Tuve una mala premonición, pues ya sabéis que no soy muy amante de las fiestas y mucho menos si tengo un catarrazo y la noche anterior apenas he pegado ojo. El caso es que llegó W. con su moto (tal y como había temido en otra premonición), me monté detrás de él y fuimos a su casa.

Aquí todo el mundo va en moto: dos, tres, cuatro personas, las que sean, caben en una moto. Yo nunca me había montado en moto y la verdad es que me encantó, se iba muy suave y a poca velocidad; además, W. era un chaval muy majo. Llegamos a su casa, dejé allí mi mochila y fuimos al lugar de la fiesta también en moto; era un terreno que habían alquilado en Auroville, en mitad de la nada. El plan era, cuando la fiesta acabase, volver a por mi mochila y luego tirar a casa de S., mi fiestero contacto. "El plan era", jajaja.

Auroville es un sitio que estaba en mi lista de" visitar si me da tiempo". Os invito a buscar información en wikipedia sobre el lugar: es un "experimento social", gente (sobre todo occidentales) que vive en una comunidad en paz y armonía al margen de las convenciones culturales, políticas, morales, etc. Suena interesante pero durante mi experiencia allí fue donde más apartado, diferente e incomprendido me he sentido desde que llegué a la India.

El sitio de la fiesta era un terreno al aire libre. La cosa empezó bien, estuve ayudando a unos colegas a montar una especie de escenario para un espectáculo. La decoración era psicodélica. Luego empezó a llegar gente y más gente, indios pero sobre todo muchos occidentales; a medianoche empezó el musicote chungo, la peña bailando como en trance, nadie te dirigía más de dos palabras y en cuanto se enteraban de que no ibas a beber ni fumar (entre otros motivos debido al catarro), pasaban de ti porque no sabías vivir la vida ni disfrutar el momento. (Por favor, perdonad este tono tan despechado pero, ¡joler, habrá que desahogarse! Soy consciente de que apenas sí vi una ínfima parte de lo que es Auroville, y no tengo nada en contra de Auroville ni de los aurovillienses). Servían platos de comida por un precio altísimo; me tomé un cuenco de gazpacho bastante bueno. Conocí a S., mi contacto, que me dijo que sobre las 2 intentaría buscarme un modo de trasporte hacia su casa, donde iba yo a dormir.

Por suerte, encontré un rincón en aquel jardín en el que me encontré a gusto: una hoguera alrededor de la cual había sentado un círculo de gente, unos se iban y otros llegaban y otros alimentaban el fuego, y allí que me senté y no me levanté EN TODA LA NOCHE. Alimenté el fuego, miré a las estrellas, entablé conversaciones con ciento y la madre y escuché tantas otras sobre la depravación de la cultura capitalista y los beneficios de los alimentos biológicos; a todos les encantaba el fuego y su poder místico pero nadie estaba sentado más de quince minutos junto a él; lo digo con todos los respetos. Mi estado mental fluctuaba entre una gran relajación (pues la visión del fuego era agradable) y pensamientos funestos sobre todo lo que me rodeaba.

Sobre las 6 de la mañana apareció S. disculpandose mucho, y tras coger la mochila en casa de W., me llevó a su casa en Pondy. Durante toda la noche yo había rumiado la idea de, en cuanto pudiera conseguir mi mochila, irme a la estación de trenes y largarme de esa ciudad; sin embargo estaba muy cansado asi que acepté ir a casa de S. ... el cual ya tenía visitantes en casa asi que tuve que echarme en el suelo. Dormí un par de horas y luego, intentando no despertar a nadie, cogí mi mochila y me largué de allí.

SEGUNDA FIESTA (buena)

Era mediodía y en Pondy hacia un calor horrible. Con lo adjetivoso que yo soy y aún no he encontrado un adjetivo adecuado para este tipo de calor. Sudoroso, tosiendo, moqueando, me recorrí el centro de la ciudad en busca de un hostal donde poder descansar. En los más baratos no había sitio (era el día de la República, fiesta nacional, todo completo); tras una hora terrible de búsqueda (y la pérdida momentánea de mis zapatos, que se me quedaron olvidados en un puesto callejero donde había comprado un zumo de mango) encontré un hotel cerca del mar por 17 euros; llegué a mi habitación, encendí el ventilador y el aire acondicionado y caí rendido en la cama.

El sueño fue reparador pero cuando desperté, sobre las 4 de la tarde, me moría de hambre. Encontré un buen sitio donde comer, era una azotea refrescante y un servicio amable, y a las 6, por fin, me encontré en plena posesión de mis facultades físicas y psicológicas y me fui a dar un paseo. Y la verdad es que fue un paseo genial. A pesar del frenesí y la locura que se desarrollaba a mi alrededor (parecía que toda la India estaba en Pondicherry celebrando el día de la República), yo estaba super tranquilo y descansado por fin. Paseando por el paseo marítimo (que fue destrozado por el tsunami de 2004), mi congestión desapareció momentáneamente, lo que confirma mi teoría de que no es el clima sino la contaminación la causante de éste. En el paseo entablé conversación con tres hombres que, casualidades de la vida, venían de Ahmedabad (que es la última ciudad que pienso visitar en mi periplo, y quizás la más importante). Nos hicimos super amigos claro, y como resultaba que era el cumpleaños de dos de ellos, me invitaron a celebrarlo más tarde en la habitación se su hotel.

Paseé por Pondicherry. Es un ciudad muy curiosa, la más limpia que he visto hasta ahora (lo cual tampoco quiere decir mucho, ojo), con muchos establecimientos de comida internacional, algunas construcciones, no muchas, que denotan su pasado francés; y un canal que rodea el casco antiguo y que es un claro exponente de lo que significa la palabra Pútrido. Noté una gran diferencia con Mahabalipuram: la gente es mucho menos pueblerina, la afición a detenerse a mirar no está tan arraigada, e incluso el balanceo de cabeza es un poco más leve :(

Había mucha mucha mucha gente, sobre todo en el paseo marítimo, escuchando música, comiendo, bebiendo, charlando... infinidad de puestos vendiendo comida, veletas para el viento, globos, cosas para hacer pompas de jabón miles de cosas más; yo compré un cuenquecito con piña recién cortada. Luego fui a cenar a un vietnamita muy agradable, y finalmente, con un poco de rile, fui al hotel de mis amigos y entré en su fiesta.

La habitación consistía en dos sub-habitaciones; en una estaban los tres hombres comiendo y bebiendo y en la otra las tres mujeres y un niño pequeño, que salieron a cenar afuera. Comí y bebí con los hombres, o mejor sería decir que hice como que comía e hice como que bebía; porque su comida estaba ultrapicante y su bebida ultracargada, y no estaba dispuesto a terminar en el hospital. Fue muy divertido, la verdad, a pesar de las dificultades en la lengua y de lo poco en común que podríamos llegar a tener. Se fumaron un puro en el balcón aprovechando que no estaban las mujeres y luego echaron aromatizador para eliminar el olor del humo; cuando llegaron las mujeres se nos unieron, comimos uvas, me hicieron descorchar una botella de champán en la terraza con gran alborozo, y nos hicimos miles de fotos. Sobre las 11 me despedí, llegué a mi hostal (cuyo sistema de numeración de las habitaciones es absurdamente complicado), me duché al estilo indio (se llena un cuenco de agua y te la vas echando poco a poco) y me dormí, en la gloria.

3 comentarios:

  1. Dios,qe odisea , la primera fiesta es de pelicula de miedo,qe gente!!.ya la segunda parte te va mas aunqe tambien tiene su que montarla en un hostal!cuida tu garganta y tu barriga.?habla la gente bien el ingles?qe tal los cuartos de baño?cuidao con los medios de locomocion!!! Besos y qe siga la aventura!!!

    ResponderEliminar
  2. Joler, Rixi, tenías que haber disfrutado a tope la primera fiesta, eso tenía una pinta buena buena!!! Yo tomo nota del sitio, desde luego. De todas manera, tú y tus contactos, que ya te vale... Valiente panda de colgados que tienes esperándote en la india. Entre los surferos y los psicodélicos, a ver qué es lo que nos queda por ver. Te aseguro que José Luis y Carmen son mucho más modositos...

    ResponderEliminar
  3. Qué alegría leerte!! Me encanta tu forma de narrarlo y me estoy riendo yo sola mientras lo leo :D ¿Qué pasó con tu equipaje? ¿Y con las aceitunas!? ¿Iban en tu maleta perdida? Disfruta, disfruta, disfruta!!!!

    ResponderEliminar